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Janet Long El sabor de Nueva España A veces se necesita solamente una Por su parte, las inmigrantes México, 1995, 48 pp. pizca de sal, unas rodajas de cebo- españolas, en sus relucientes sar- 22 × 22 cm. ISBN 968-6914-36-6 lla, un diente de ajo y unas hierbas tenes, freían en manteca carne de Código: 01-007 de olor para dar sabor al caldo y ha- puerco aderezada con ajo y cocían cer feliz a la familia reunida alrede- pan de trigo en hornos de leña. dor de la mesa. En la santa mano de Luego vendrían las innovadoras, la guisandera se oculta el misterio mujeres de pueblo que ofrecían de la sazón, un saber profundo ali- tacos, quesadillas, chalupas, gui- mentado por dos fuentes, la cocina sados en los tianguis o en los “ja- prehispánica y la ibérica. calones de comideras” de la Plaza Mientras que los conquistadores Mayor. También en enormes co- sometían duramente al Anáhuac, cinas cubiertas de azulejos, de las en fogones y anafres se mezclaban manos de las monjas salían manja- las sustancias de una nueva cocina, res clásicos y postres supremos que cuyos olores y sabores alegrarían pasaban de los banquetes de los los corazones de los mexicanos. virreyes a la imaginación popular. Quizá las protagonistas de esta his- De las deliciosas artes de fritangue- toria sean las mujeres, con su mile- ras y monjas viene el secreto de la nario oficio de dar de comer a pro- sazón de generaciones de mujeres. pios y extraños. Como sus abuelas, Hoy llega a tu mesa. Disfrútalo. las mujeres indígenas continuaron, entre ollas y comales, cociendo fri- joles y echando tortillas. Instituto Mora El Tiempo Vuela 168


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